¿México vive una “ruptura fundante”?

Más medios de comunicación estiran su margen de autonomía; cada vez más personajes del espectáculo y el deporte se convierten en vehiculizadores de la protesta social; sectores sociales inmovilizados ahora ya están en la calle. Ignacio Ellacuría, el rector mártir que está cumpliendo veinticinco años de haber sido asesinado junto con cinco jesuitas más en El Salvador, cuyo sacrificio fuera el principio de la paz negociada en ese país, decía que una, ruptura fundante, es un momento crítico en la historia de una nación, y su característica esencial es la encrucijada entre consolidar el abismo o aprovechar la oportunidad de la crisis para iniciar un nuevo derrotero histórico. El caso Ayotzinapa está sintetizando el apogeo del gobierno de los peores pero en su fase de rechazo y hartazgo social. En plena crisis de gobernabilidad, el alcalde de San Miguel de Allende, en Guanajuato, pide a sus colaboradores robarse el presupuesto público, mientras que el gobernador de Puebla insiste en atizar el conflicto social con más presos sociales y políticos.