Catrachos. La última “manada” de migrantes
Summary: Se llaman Diego, Tinito. Huyen despavoridos de la maldad, Salen en estampida de San Pedro Sula, de Agua Blanca, de Tegucigalpa, de Las Lajas, de donde quiera que pueden. Quizá ahora hay menos guatemaltecos, salvadoreños o nicaragüenses migrando hacia el norte, pero hombres, mujeres, jóvenes, niños nacidos de Honduras, como ellos, como Rafael y María, alimentan un éxodo persistente que sigue llegando a México. La idea de saltar a Estados Unidos es más poderosa que las advertencias. Anhelan llegar a Nueva York, Los Ángeles, Las Vegas, cualquier ciudad de allá. No importa el riesgo de morir deshidratados en el desierto, en accidentes, ahogados en ríos, asesinados por Los Zetas y los policías mexicanos. En México puede que haya gente mala, dice Diego, pero mi tierra es peor. Póngale que Honduras es el extremo.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 463299 |
Se llaman Diego, Tinito. Huyen despavoridos de la maldad, Salen en estampida de San Pedro Sula, de Agua Blanca, de Tegucigalpa, de Las Lajas, de donde quiera que pueden. Quizá ahora hay menos guatemaltecos, salvadoreños o nicaragüenses migrando hacia el norte, pero hombres, mujeres, jóvenes, niños nacidos de Honduras, como ellos, como Rafael y María, alimentan un éxodo persistente que sigue llegando a México. La idea de saltar a Estados Unidos es más poderosa que las advertencias. Anhelan llegar a Nueva York, Los Ángeles, Las Vegas, cualquier ciudad de allá. No importa el riesgo de morir deshidratados en el desierto, en accidentes, ahogados en ríos, asesinados por Los Zetas y los policías mexicanos. En México puede que haya gente mala, dice Diego, pero mi tierra es peor. Póngale que Honduras es el extremo.
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