Noche de viernes en un pueblo fantasma

En los casi cinco kilómetros que separan al Zócalo capitalino del Ángel de la Independencia, no vi a un sólo elemento uniformado de la Secretaría de Seguridad Pública. Éramos decenas de miles de personas, caminando, manifestando nuestra inconformidad con el gobierno, los medios y la negligencia de las autoridades para esclarecer, y más importante, evitar a futuro, el caso de los Cuarenta y tres normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero. Fue una marcha educada y silenciosa; el luto mostrado fue ejemplar. Al preguntarle a un hombre de la Secretaría de Protección Civil por la ausencia de los, polis, me contestó con un discurso casi ensayado: quieren dejar que los estudiantes, como ustedes, se manifiesten en paz. ¿En serio?... ¿Qué pasa en las ciudades los viernes por la noche? Es cuando en las calles hay más vida. Es la oportunidad de dejar atrás las responsabilidades y el deber ser para dar cabida al ocio… O podría convertirme en criminal... en este país, les va mejor que a los estudiantes.