La violencia que habito. Prisión, mujeres y autobiografía

Uno siempre vuelve. Volví a la prisión diez años después de la primera vez que estuve ahí. La experiencia de aquel proceso de un año yendo dos veces por semana a conversar con mujeres, entrevistas en profundidad, acusadas de filicidio fue tan relevante que no dudé en volver. La invitación esta vez no fue para realizar trabajo de campo, no se trataba de asistir al Centro de Reinserción Femenil del Estado de Jalisco para llevar a cabo alguna investigación. Lo que aparecía ante mí como una oportunidad para ingresar nuevamente fue un curso universitario puertas adentro. Novedoso a todas luces porque el sistema penitenciario en México adolece de un proyecto institucional que garantice a las personas privadas de libertad la oportunidad de hacer estudios de nivel superior mientras se vive en cautiverio y, además, porque la propuesta pedagógica comprendía el que estudiantes externos asistieran a conformar un grupo con estudiantes internas en el reclusorio femenil de Puente Grande.