La Seducción Suave del Discurso
Summary: La Fórmula Uno Insiste, cada vez más, en borrar la frontera entre lo deportivo y el espectáculo, modificando los roles que juegan sus consumidores y espectadores. En este ensayo, Edgar Yepez recorre el discurso subyacente de este Impracticable deporte que, a últimas fechas, se antoja accesible y de fácil consumo. En una entrevista acerca de su último libro, Pyongyang, Random House, 2017, Hernán Vanoli observa que durante todo el siglo Diecinueve y gran parte del Diecinueve la utopía se refractó siempre a través del prisma de la política y las instituciones pero muy poco desde el del consumo. Y que lo sugerente. en estas casi dos décadas que van del Veintiuno, es la capacidad ficcionalizadora que tienen las marcas, así como su consecuente capacidad para convertirse en usinas de sentido con un poder muchas veces mayor al del Estado o un partido político. Más aún, cuando no son ya los tiempos en que a través de mejoras o nuevas funciones añadidas a un producto una marca genera atención sobre sí misma. Ahora, lo que genera presencia de marca y apunta hacia la anhelada capitalización es el discurso añadido a los productos o servicios, discursos capaces de resonar en la mente de los consumidores.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 514336 |
La Fórmula Uno Insiste, cada vez más, en borrar la frontera entre lo deportivo y el espectáculo, modificando los roles que juegan sus consumidores y espectadores. En este ensayo, Edgar Yepez recorre el discurso subyacente de este Impracticable deporte que, a últimas fechas, se antoja accesible y de fácil consumo. En una entrevista acerca de su último libro, Pyongyang, Random House, 2017, Hernán Vanoli observa que durante todo el siglo Diecinueve y gran parte del Diecinueve la utopía se refractó siempre a través del prisma de la política y las instituciones pero muy poco desde el del consumo. Y que lo sugerente. en estas casi dos décadas que van del Veintiuno, es la capacidad ficcionalizadora que tienen las marcas, así como su consecuente capacidad para convertirse en usinas de sentido con un poder muchas veces mayor al del Estado o un partido político. Más aún, cuando no son ya los tiempos en que a través de mejoras o nuevas funciones añadidas a un producto una marca genera atención sobre sí misma. Ahora, lo que genera presencia de marca y apunta hacia la anhelada capitalización es el discurso añadido a los productos o servicios, discursos capaces de resonar en la mente de los consumidores.
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