Nuevo y viejo formato
Summary: El debate del domingo veintidós de abril me pareció, a lo largo de sus dos horas de duración, el más entretenido que haya visto desde que este tipo de encuentros de campaña se instauro en México en 1994. Sin embargo, resulto claro que dos horas es mucho tiempo para dedicarlo a ver en la pantalla chica a cinco candidatos, así Sean presidenciales, y que la obligada participación de los dos que no tienen ninguna posibilidad de alcanzar el triunfo, sumada a la igualdad en el reparto del tiempo que eso impone, opera en contra del interés de los telespectadores. El nuevo formato, sin ser aun el idóneo, contribuyó a que el debate transcurriera con mayor fluidez y que, sobre todo en sus primeros setenta minutos, los televidentes pudiéramos ver un cruce de opiniones, acusaciones y hasta ocurrencias que no se había visto en debates anteriores, no al menos en los organizados por la autoridad electoral. Los tres conductores sortearon con mucho rigor y buen tino la asignación de turnos e impusieron el respeto al tiempo límite, aunque una falla notoria del nuevo formato es que orillo, una y otra vez, a que el candidato en use de la palabra se quedara hablando sin micrófono. Las preguntas particulares, formuladas por Maerker, Uresti y Sarmiento, cada uno con su particular estilo y énfasis, fueron pertinentes y contribuyeron a mostramos lo que los candidatos no quieren, o no pueden, responder.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 511945 |
El debate del domingo veintidós de abril me pareció, a lo largo de sus dos horas de duración, el más entretenido que haya visto desde que este tipo de encuentros de campaña se instauro en México en 1994. Sin embargo, resulto claro que dos horas es mucho tiempo para dedicarlo a ver en la pantalla chica a cinco candidatos, así Sean presidenciales, y que la obligada participación de los dos que no tienen ninguna posibilidad de alcanzar el triunfo, sumada a la igualdad en el reparto del tiempo que eso impone, opera en contra del interés de los telespectadores. El nuevo formato, sin ser aun el idóneo, contribuyó a que el debate transcurriera con mayor fluidez y que, sobre todo en sus primeros setenta minutos, los televidentes pudiéramos ver un cruce de opiniones, acusaciones y hasta ocurrencias que no se había visto en debates anteriores, no al menos en los organizados por la autoridad electoral. Los tres conductores sortearon con mucho rigor y buen tino la asignación de turnos e impusieron el respeto al tiempo límite, aunque una falla notoria del nuevo formato es que orillo, una y otra vez, a que el candidato en use de la palabra se quedara hablando sin micrófono. Las preguntas particulares, formuladas por Maerker, Uresti y Sarmiento, cada uno con su particular estilo y énfasis, fueron pertinentes y contribuyeron a mostramos lo que los candidatos no quieren, o no pueden, responder.
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