Por una vida libre de homofobia y transfobia

Desde la perspectiva homofóbica se considera que las personas LGBTI alteran el orden sexual natural, el orden familiar, moral, social, legal y político. A partir de estas consideraciones se justifican los actos de rechazo, condena, persecución, represión, sometimiento a terapia, discriminación y exclusión de dichas personas. El diecisiete de mayo se conmemora, a nivel internacional, una fecha que tiene la intención de erradicar prácticas que siguen siendo un lastre para nuestras sociedades: la homofobia y la transfobia. Asimismo, el último sábado del mes de junio, en alusión al histórico acontecimiento de la Stonewall Rebellion de 1969,1 en distintas ciudades del mundo se celebra el orgullo homosexual, gay príde, con una serie de marchas en las que se expresa la diversidad sexual, la, legítima rareza, como diría René Charo. Desde la perspectiva homofóbica se considera que las personas LGBTI alteran el orden sexual natural, el orden familiar, moral, social, legal y político. A partir de estas consideraciones se justifican los actos de rechazo, condena, persecución, represión, sometimiento a terapia, discriminación y exclusión de dichas personas, incluso se justifica que sean asesinadas o haya una actitud de indiferencia si se suicidan. Esta serie de discursos y prácticas discriminatorias no sólo provienen del entorno heterosexual, sino que también ocurren entre quienes integran el llamado colectivo de la diversidad sexual, es decir, también nos encontrarnos con personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales que, debido a los procesos de construcción desde la heteronormatividad, se comportan homofóbicamente, en grados que van de la no aceptación personal hasta el rechazo a los procesos de asunción y expresión pública de las otras personas LGBTI. Todo ello produce en el colectivo de la diversidad sexual una vida que no es vida, un mundo de imposibilidades, una no asunción de sí mismos como sujetos sociales, políticos, como ciudadanía.