El fundamentalismo islámico y el autoritarismo convencional
Summary: El desarrollo del mundo islámico nos debería concernir por varias razones. Compartimos, aunque sea de modo diluido, un legado cultural y hasta racial muy importante, heredado mediante la colonización ibérica. Dos factores centrales de la cultura árabe-islámica no han sido ajenos a nuestra idiosincrasia: Uno, la inclinación al dogmatismo, es decir, a presuponer la existencia de una sola verdad en las esferas de la teología, la ideología y las convicciones sociales, y, dos, la tendencia a no separar la esfera religiosa de la mundana, o la privada de la pública, lo que es desfavorable a la moderna diferenciación de roles y actitudes. El área musulmana es hasta ahora pobre en experimentos exitosos de democracia pluralista y de economía de mercado. Pese a la Primavera Árabe, prevalece aún el sistema de partido único y el régimen caudillista habitual. El respeto a las propias minorías étnicas y lingüísticas, para no mencionar obviamente las religiosas, es muy exiguo, como lo atestiguan los casos de Irak, Irán, Sudán, Nigeria, Afganistán y Siria. Desde Senegal hasta Indonesia hay sólo dos países con estructura federal: Pakistán y Malasia. Subsisten Estados sin constitución escrita, como Arabia Saudita, sin parlamentos dignos de tal nombre, la mayoría de los casos, y sin prensa libre, Egipto y el Líbano constituyen las excepciones. Muy a menudo la validez de los estatutos legales se circunscribe a la mera teoría.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 507788 |
El desarrollo del mundo islámico nos debería concernir por varias razones. Compartimos, aunque sea de modo diluido, un legado cultural y hasta racial muy importante, heredado mediante la colonización ibérica. Dos factores centrales de la cultura árabe-islámica no han sido ajenos a nuestra idiosincrasia: Uno, la inclinación al dogmatismo, es decir, a presuponer la existencia de una sola verdad en las esferas de la teología, la ideología y las convicciones sociales, y, dos, la tendencia a no separar la esfera religiosa de la mundana, o la privada de la pública, lo que es desfavorable a la moderna diferenciación de roles y actitudes. El área musulmana es hasta ahora pobre en experimentos exitosos de democracia pluralista y de economía de mercado. Pese a la Primavera Árabe, prevalece aún el sistema de partido único y el régimen caudillista habitual. El respeto a las propias minorías étnicas y lingüísticas, para no mencionar obviamente las religiosas, es muy exiguo, como lo atestiguan los casos de Irak, Irán, Sudán, Nigeria, Afganistán y Siria. Desde Senegal hasta Indonesia hay sólo dos países con estructura federal: Pakistán y Malasia. Subsisten Estados sin constitución escrita, como Arabia Saudita, sin parlamentos dignos de tal nombre, la mayoría de los casos, y sin prensa libre, Egipto y el Líbano constituyen las excepciones. Muy a menudo la validez de los estatutos legales se circunscribe a la mera teoría.
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