La constitución de 1917, la Iglesia y los jaliscienses
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 505038 |
La Carta Magna que se promulgó en Querétaro el cinco de febrero de 1917 constituye uno de los mayores logros de la Revolución Mexicana que, según se asegura en cualquier libro de historia patria, empezó el veinte de noviembre de 1910. Lo que no es posible encontrar en ninguno de los textos de este género es la fecha en que terminó. Los intentos que se han hecho por precisar esto último han dado pie a intermitentes y aguerridas discusiones que empezaron a suscitarse desde finales de los años cuarenta del siglo pasado, y sólo han decaído, hasta casi desaparecer, ante las insoslayables evidencias que han surgido en el transcurso de los últimos decenios del desapego generalizado, y hasta reversión por parte de las más altas autoridades gubernamentales, de algunos de los preceptos que la Ley fundamental marcaba para la conducción de las relaciones sociales, políticas, económicas y culturales de los mexicanos. Pese a todo, aún hay quienes se oponen, a veces con notoria discreción pero con firmeza, a aquellos que desesperan por dar ya cristiana sepultura a la centenaria Revolución Mexicana, y de poderse, hasta a la misma Carta Magna.
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