Gobernabilidad y democracia, Woldenberg: Un diagnostico del sistema político

En la historia reciente de México se han realizado varias reformas políticas y electorales, comenzando con la que se hizo durante la presidencia de José López Portillo y llevada a cabo por Jesús Reyes Heroles desde la Secretaria de Gobernación en 1977; pasando por la de 1990, en la que se crea el Instituto Federal Electoral; la de 1996, cuando se, ciudadaniza, el Instituto; la de 2007 que esta relacionada con los tiempos oficiales destinados a las campanas electorales y, finalmente, la que se acaba de aprobar este 2013. La legislación electoral es fruto del mayor esfuerzo democratizador del siqlo Veinte mexicano. A lo largo de sucesivas reformas, los partidos políticos fraguaron una formula abierta que ofrece cauce a una villa democrática acorde con la verdadera modernidad del país y su rica pluralidad. Se refrendo una composición del Congreso de la Unión que combina el principio de mayoría con la proporcionalidad. Así, dio lugar a una traducción adecuada de votos en curules en la Cámara de Diputados y en el Senado, estableciendo diques a la sobrerrepresentación. El modelo que establece la preeminencia de los recursos públicos sobre los privados ha dado buenos resultados. En nuestro país, las campanas duran demasiado. Casi seis meses la presidencial y dos meses y medio y tres meses las de diputados y senadores. En 2000 y en 2003 más de la mitad de los recursos invertidos en las campanas fueron a parar a las arcas de las grandes cadenas televisoras y radiofónicas. Hasta la fecha, el IFE tiene un obstáculo mayor para desahogar denuncias en donde se ven involucradas personas f1sicas y morales distintas a los partidos políticos, puesto que carece de la capacidad para hacer comparecer ante él a las mismas. Es pertinente un Poder Legislativo profesional, capaz de ser una auténtica contraparte y de establecer puentes de colaboración con el Ejecutivo.