Los insólitos peces gato
Summary: Tres deseos, no necesariamente los últimos ni todos, de alguien cuya muerte esta anunciada. ¿Por dónde empezar? Morir en mi casa: siempre creí que morir en un hospital era lo peor. El olor a eter, sangre, orina y halitosis de las habitaciones compartidas; el silencio forzado, los sollozos contiguos y en coro con los nuestros; las agujas en las venas de los brazos y del cuello para inundar al cuerpo doliente de sueros y medicamentos; un tubo hundido en la garganta para mantenernos ventilados y conectados a las alarmas que suenan cada que el oxígeno baja en el torrente sanguíneo, cada que el ritmo cardiaco se adormece y la presión sanguínea se dispara. Cuantos de nosotros suplicamos no morir inconscientes y enchufados a mangueras y catéteres en un colchón forrado de hule, donde muchos desconocidos han pasado a, mejor vida.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 454066 |
Tres deseos, no necesariamente los últimos ni todos, de alguien cuya muerte esta anunciada. ¿Por dónde empezar? Morir en mi casa: siempre creí que morir en un hospital era lo peor. El olor a eter, sangre, orina y halitosis de las habitaciones compartidas; el silencio forzado, los sollozos contiguos y en coro con los nuestros; las agujas en las venas de los brazos y del cuello para inundar al cuerpo doliente de sueros y medicamentos; un tubo hundido en la garganta para mantenernos ventilados y conectados a las alarmas que suenan cada que el oxígeno baja en el torrente sanguíneo, cada que el ritmo cardiaco se adormece y la presión sanguínea se dispara. Cuantos de nosotros suplicamos no morir inconscientes y enchufados a mangueras y catéteres en un colchón forrado de hule, donde muchos desconocidos han pasado a, mejor vida.
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