Pintar borrando, una lectura de EI jardín (1906) de Diego Rivera
Summary: La fecha asedia mis noches: 1906. No sé cuándo vi El jardín de Rivera por primera vez, sé que era niña y que me lo enseñó mi madre, a quien debo mi afición por la pintura. Me impresionó porque mostraba una imagen familiar, pero me era familiar no porque conociera el lugar sino porque evidenciaba lo irrevocable de un hecho cuando irrumpe en su contundencia: ese momento privilegiado de lo vivido que se resguarda en la memoria... El cuadro encierra una serenidad propia de quien está contemplando algo que va más allá de lo que se presenta a simple vista. Me fascinaba el sentido de complicidad que incitaba el simple acto de mirarlo: a pesar de mi corta edad, y obvia estatura, podía ocupar, ante la tela, el mismo lugar que el del pintor, por lo que aún careciendo del correlato de lo real, podía rendirme ante lo que se me contaba,pintaba,escribía.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 439125 |
La fecha asedia mis noches: 1906. No sé cuándo vi El jardín de Rivera por primera vez, sé que era niña y que me lo enseñó mi madre, a quien debo mi afición por la pintura. Me impresionó porque mostraba una imagen familiar, pero me era familiar no porque conociera el lugar sino porque evidenciaba lo irrevocable de un hecho cuando irrumpe en su contundencia: ese momento privilegiado de lo vivido que se resguarda en la memoria... El cuadro encierra una serenidad propia de quien está contemplando algo que va más allá de lo que se presenta a simple vista. Me fascinaba el sentido de complicidad que incitaba el simple acto de mirarlo: a pesar de mi corta edad, y obvia estatura, podía ocupar, ante la tela, el mismo lugar que el del pintor, por lo que aún careciendo del correlato de lo real, podía rendirme ante lo que se me contaba,pintaba,escribía.
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