Un país minado, a la deriva
Summary: Después de que las huelgas de los mineros se multiplicaron en Sudáfrica y de que la matanza de Marikana provocó un escándalo internacional, las compañías mineras empezaron a ceder: otorgaron a regañadientes aumentos salariales. Pero el daño estaba hecho: los dirigentes del Congreso Nacional Africano, en el poder, y del Sindicato Nacional de Mineros cayeron en el desprestigio. Un caso fue insólito: Cyril Ramaphosa, prominente figura del CNA, fundador de ese sindicato y a la vez ejecutivo de la compañía minera Lonmin, envió correos electrónicos en los que pedía a las autoridades que reprimieran a los trabajadores.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 429840 |
Después de que las huelgas de los mineros se multiplicaron en Sudáfrica y de que la matanza de Marikana provocó un escándalo internacional, las compañías mineras empezaron a ceder: otorgaron a regañadientes aumentos salariales. Pero el daño estaba hecho: los dirigentes del Congreso Nacional Africano, en el poder, y del Sindicato Nacional de Mineros cayeron en el desprestigio. Un caso fue insólito: Cyril Ramaphosa, prominente figura del CNA, fundador de ese sindicato y a la vez ejecutivo de la compañía minera Lonmin, envió correos electrónicos en los que pedía a las autoridades que reprimieran a los trabajadores.
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