Colosio

La realidad supera a la ficción. La supera en tanto a su monstruosidad, la aniquila en cuanto a su sorprendente suma de coincidencias improbables e inexplicables, y a su implacable modo de construirse. La realidad pareciera no tener metáforas, como si no se construyera sobre la divagación estructurada de una inteligencia activada en la imaginación. La realidad no tiene borradores, aunque se explica en una secuencia lógica. No se analiza en un arco dramático con su planteamiento, clímax y anagnórisis, y sin embargo tiene un plan, avanza conforme a los capítulos trazados como un esquema de estrategia militar que comprueba que todo es irreversible porque así estaba calculado a pesar de lo azaroso, porque así se han forzado los sucesos con los brazos armados y propagandísticos del Poder, por ejemplo… En 1994, el candidato del PRI a la presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio, fue asesinado a sangre fría. No hay lamentación que desvíe la bala que le reventó la masa cefálica, no hay investigación que aclare lo que todos presentimos sin tenerlas pruebas en las manos: a él lo asesinaron sus compañeros, nos atrevimos a lanzar la hipótesis, lo mataron sus cómplices, lo concluimos. Lo quería muerto un cártel de la droga, lo quería muerto Gobernación, lo necesitaba muerto el entonces Presidente, le estorbaba a los empresarios engordados en el Tratado de Libre Comercio…