Última llamada

La democracia mexicana ha sido una imagen fantasmal y la demacrada. La elección del primero de julio es quizá la última oportunidad para que adquiera entre nosotros carta de naturalización. Lo otro es el regreso de la barbarie priista, con sus represiones multihomicidas… En 1994, con la irrupción General del asesinato de Luis Donaldo Colosio, cayó como castillo de naipes el espejismo levantado en los primeros años del asesinato y ante el descrédito y la falta de legitimidad, Carlos Salinas de Gortari, para salvarse de la chamusquina, se vio obligado a adoptar algunas medidas desesperadas, como nombrar secretario de Gobernación a un personaje respetable como Jorge Carpizo, quien poco después habría de constituir con ciudadanos independientes un Consejo General del IFE ya sin mayoría absoluta de los priistas… Las elecciones de ese año todavía se las adjudicó el PRI, que tenía a su gente en posesión hasta del último tornillo de la maquinaria electoral. Pero el triunfo de Ernesto Zedillo muy pronto se empañó con otro asesinato: el de José Francisco Ruiz Massieu, diputado electo que iba a encabezar la mayoría del partido tricolor en San Lázaro.