Preciosa
Summary: ¿Qué vas a hacer, Preciosa, cuando tu madre, en un ataque de furia y rabia monstruosas, te arroje a la cabeza un objeto tan contundente y tan lleno de maldad que te derrumbe en un desmayo oscuro o te mate junto a ese bebé que es tuyo, tuyo, cuando apenas eres una chiquita de diecisiete años, y con quien ruedas por las escaleras de la pocilga en la que estás prisionera?... Por el cubo de esa escalera caen sartenes, televisiones, vómitos de insultos enloquecidos, macetas que estallan en terrones polvosos y flores muertas... y podrían caer también pianos, cuerpos incendiados, mareas de lágrimas de tanta gente que sufre, se pudre y maldice, así que hay que caminar por las calles de Harlem con los ojos siempre atentos a las alturas, entre ventanas, puentes y cables, allí donde una mascada vaporosa y sutil podría flotar contra los paisajes grises de la ciudad y convertirse en la llave, la puerta de salida para transportarte, en sueños diurnos, a un paraíso en el que la gente te ama y te admira, un sueño de videoclip, envuelta en miradas sedadas por la admiración, tomada tú del brazo de un chico hermoso al que amas y te ama en alucinaciones coloridas. Pero no, Preciosa, tienes que despertar del sueño, del desmayo. La linda cobija con que arrullas a tu hijo quedó manchada de sangre, ¿es tuya o del bebé?Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 427153 |
¿Qué vas a hacer, Preciosa, cuando tu madre, en un ataque de furia y rabia monstruosas, te arroje a la cabeza un objeto tan contundente y tan lleno de maldad que te derrumbe en un desmayo oscuro o te mate junto a ese bebé que es tuyo, tuyo, cuando apenas eres una chiquita de diecisiete años, y con quien ruedas por las escaleras de la pocilga en la que estás prisionera?... Por el cubo de esa escalera caen sartenes, televisiones, vómitos de insultos enloquecidos, macetas que estallan en terrones polvosos y flores muertas... y podrían caer también pianos, cuerpos incendiados, mareas de lágrimas de tanta gente que sufre, se pudre y maldice, así que hay que caminar por las calles de Harlem con los ojos siempre atentos a las alturas, entre ventanas, puentes y cables, allí donde una mascada vaporosa y sutil podría flotar contra los paisajes grises de la ciudad y convertirse en la llave, la puerta de salida para transportarte, en sueños diurnos, a un paraíso en el que la gente te ama y te admira, un sueño de videoclip, envuelta en miradas sedadas por la admiración, tomada tú del brazo de un chico hermoso al que amas y te ama en alucinaciones coloridas. Pero no, Preciosa, tienes que despertar del sueño, del desmayo. La linda cobija con que arrullas a tu hijo quedó manchada de sangre, ¿es tuya o del bebé?
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