Consultorías (pos)modernas. La mímica del positivismo y la construcción del conocimiento en la evaluación de programas sociales
Material type: TextSummary: En su artículo sobre las, culturas de la consultoría, Stirrat menciona una broma de frecuente circulación en la industria del desarrollo social: un consultor es, alguien que te pide prestado el reloj para decirte la hora, Stirrat, 2000: cuarenta y cuatro, n. catorce. De manera similar, haciéndose eco de los juicios de sus superiores, un joven funcionario del programa mexicano de desarrollo Oportunidades me espetó que los antropólogos,evaluadores, nos dicen lo que ya todos sabemos. En vista de esta generalizada ironía con respecto a la utilidad de los consultores, resulta inevitable preguntarse para qué sirven realmente las evaluaciones de programas sociales. La respuesta que encontraremos en los lineamientos oficiales es que las evaluaciones externas y sus manifestaciones más inmediatas, informes con recomendaciones, reportes técnicos, documentos y más documentos, constituyen medios para la mejora de las políticas de desarrollo social, Coneval, 2009. Según algunos trabajos recientes sobre el tema, en cambio, las evaluaciones son parte de un proceso más amplio de gestión de representaciones de la realidad destinadas a generar legitimidad y apoyos para las políticas, Mosse, 2005: ciento cincuenta y siete, ochenta y tres. Expresado de forma simple, la utilidad de las evaluaciones no reside en afirmar, lo que ya todos sabemos, sino en apuntalar lo que queremos saber todos los que tenemos diversos intereses y participaciones en aquéllas. De esta manera podemos entender ciertas ideas sobre el papel de los consultores,evaluadores, quienes pueden oscilar entre decirles a los funcionarios de programas lo que quieren oír, por un lado, y recalcar verdades del tipo, el rey está desnudo, las cuales todo el mundo percibe pero calla por ser políticamente incorrectas, por el otro.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 419821 |
En su artículo sobre las, culturas de la consultoría, Stirrat menciona una broma de frecuente circulación en la industria del desarrollo social: un consultor es, alguien que te pide prestado el reloj para decirte la hora, Stirrat, 2000: cuarenta y cuatro, n. catorce. De manera similar, haciéndose eco de los juicios de sus superiores, un joven funcionario del programa mexicano de desarrollo Oportunidades me espetó que los antropólogos,evaluadores, nos dicen lo que ya todos sabemos. En vista de esta generalizada ironía con respecto a la utilidad de los consultores, resulta inevitable preguntarse para qué sirven realmente las evaluaciones de programas sociales. La respuesta que encontraremos en los lineamientos oficiales es que las evaluaciones externas y sus manifestaciones más inmediatas, informes con recomendaciones, reportes técnicos, documentos y más documentos, constituyen medios para la mejora de las políticas de desarrollo social, Coneval, 2009. Según algunos trabajos recientes sobre el tema, en cambio, las evaluaciones son parte de un proceso más amplio de gestión de representaciones de la realidad destinadas a generar legitimidad y apoyos para las políticas, Mosse, 2005: ciento cincuenta y siete, ochenta y tres. Expresado de forma simple, la utilidad de las evaluaciones no reside en afirmar, lo que ya todos sabemos, sino en apuntalar lo que queremos saber todos los que tenemos diversos intereses y participaciones en aquéllas. De esta manera podemos entender ciertas ideas sobre el papel de los consultores,evaluadores, quienes pueden oscilar entre decirles a los funcionarios de programas lo que quieren oír, por un lado, y recalcar verdades del tipo, el rey está desnudo, las cuales todo el mundo percibe pero calla por ser políticamente incorrectas, por el otro.
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