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Ellos, los de los pies ligeros, y los Acuerdos de San Andrés

By: Summary: En hilera están las fichas de domino. Blancas y negras. En hilera. Uno a uno van cayendo. Basta un soplido, el aullido del lobo. Y ahí están, blancas y negras, trastabillando. Uno hace caer al otro, el otro al otro, hasta el vacío. Embuste y fragilidad. Al final hay una escena de guerra. Todas las fichas del dominó están en el suelo. En hilera, en el suelo. Blancas y negras. La guerra se adivinaba desde el principio. ¿Cómo llegamos hasta acá?... Hace unas semanas se dio a conocer que el pueblo rarámuri, el pueblo tarahumara, como le conocemos, se estaba muriendo de hambre. Como consecuencia, y en escena épica, se estaban dejando caer al vacío. Muchos caímos. El miedo a ser nosotros, los otros, nos hizo precipitarnos, de buena manera también, en el auxilio. Bien. Pero no. Con mucho desconocimiento se abrieron los centros de acopio. La sociedad reaccionó y llegó a éstos, muchas veces con cosas inútiles para la vida del rarámuri común. Con mucho respeto pero con ignorancia. Con mucha ignorancia. El otro rostro, el rostro indígena, no ha sido miradoy hacia el norte, menos. Lo que le sucede al norte, le está sucediendo al sur. Lo que le sucede al pie terminará por devorar nuestros pasos. Así de simple.
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En hilera están las fichas de domino. Blancas y negras. En hilera. Uno a uno van cayendo. Basta un soplido, el aullido del lobo. Y ahí están, blancas y negras, trastabillando. Uno hace caer al otro, el otro al otro, hasta el vacío. Embuste y fragilidad. Al final hay una escena de guerra. Todas las fichas del dominó están en el suelo. En hilera, en el suelo. Blancas y negras. La guerra se adivinaba desde el principio. ¿Cómo llegamos hasta acá?... Hace unas semanas se dio a conocer que el pueblo rarámuri, el pueblo tarahumara, como le conocemos, se estaba muriendo de hambre. Como consecuencia, y en escena épica, se estaban dejando caer al vacío. Muchos caímos. El miedo a ser nosotros, los otros, nos hizo precipitarnos, de buena manera también, en el auxilio. Bien. Pero no. Con mucho desconocimiento se abrieron los centros de acopio. La sociedad reaccionó y llegó a éstos, muchas veces con cosas inútiles para la vida del rarámuri común. Con mucho respeto pero con ignorancia. Con mucha ignorancia. El otro rostro, el rostro indígena, no ha sido miradoy hacia el norte, menos. Lo que le sucede al norte, le está sucediendo al sur. Lo que le sucede al pie terminará por devorar nuestros pasos. Así de simple.

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