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Cantinflear, manipulación del caos

By: Summary: En las crónicas que publicó Ángel de Campo, Micrós, los domingos en El Imparcial, entre 1899 y 1908, compartía con frecuencia la riqueza que encontraba en los giros coloquiales, en las conversaciones de patio, en las expresiones callejeras, en el lenguaje con el que se comunicaban todos los días los habitantes de la Ciudad de México. El valor del oído de Micrós ha sido reconocido por la crítica en general pues no se contagió de falsos escrúpulos ante el uso de formas populares. Dedicó, además, varias, Semanas alegres, a asuntos propios del idioma: análisis, de mexicanísimas frases como, Usted dispense, y, No te dejes; comentarios a las, Felicitaciones y los cobros de pasada, al uso de anglicismos como en, The english language and the mexican business, y al empleo de formas peculiares como, el chiflido nacional, y las, frases melódicas. Las reflexiones del cronista sobre usos particulares del español son amenas, como en, Diminutivos y otras chaquiras, Las frases de doble sentido y el patriotismo, y, El peligro de las palabras pronunciadas con acento raro: Porque eso es lo que yo digo, hay una enfermedad latina que pudiera llamarse la hidrofobia filológica, es decir, el estado de rabia, ira, furor, paroxismo, arrebato, arranque o dislocamiento, o como quieran ustedes mentarlo, que se apodera del individuo y hasta de la especie, cuando le dicen una palabra que en el diccionario, que parece un colegio de Gonzagas o un convento de ancianos, resulta inocente y no figura, o figura en estilo figurado, o como caída en desuso, pero que el uso sanciona como contundente y ofensiva; casi una bofetada verbal...
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En las crónicas que publicó Ángel de Campo, Micrós, los domingos en El Imparcial, entre 1899 y 1908, compartía con frecuencia la riqueza que encontraba en los giros coloquiales, en las conversaciones de patio, en las expresiones callejeras, en el lenguaje con el que se comunicaban todos los días los habitantes de la Ciudad de México. El valor del oído de Micrós ha sido reconocido por la crítica en general pues no se contagió de falsos escrúpulos ante el uso de formas populares. Dedicó, además, varias, Semanas alegres, a asuntos propios del idioma: análisis, de mexicanísimas frases como, Usted dispense, y, No te dejes; comentarios a las, Felicitaciones y los cobros de pasada, al uso de anglicismos como en, The english language and the mexican business, y al empleo de formas peculiares como, el chiflido nacional, y las, frases melódicas. Las reflexiones del cronista sobre usos particulares del español son amenas, como en, Diminutivos y otras chaquiras, Las frases de doble sentido y el patriotismo, y, El peligro de las palabras pronunciadas con acento raro: Porque eso es lo que yo digo, hay una enfermedad latina que pudiera llamarse la hidrofobia filológica, es decir, el estado de rabia, ira, furor, paroxismo, arrebato, arranque o dislocamiento, o como quieran ustedes mentarlo, que se apodera del individuo y hasta de la especie, cuando le dicen una palabra que en el diccionario, que parece un colegio de Gonzagas o un convento de ancianos, resulta inocente y no figura, o figura en estilo figurado, o como caída en desuso, pero que el uso sanciona como contundente y ofensiva; casi una bofetada verbal...

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