PRD : la hegemonía de las corrientes
In: El cotidiano 19, 114 (jul-ago. 2002), 55-71Summary: Al abrirse un nuevo periodo con la coyuntura electoral del 2 de julio de 2000, los partidos políticos nacionales, especialmente los tres más importantes, quedaron colocados en diferentes circunstancias y condiciones respecto a su pasado inmediato, y el PRD no fue la excepción. Una importante caída en sus niveles de votación que lo regresaba a un lejano tercer lugar, luego de haber sido el opositor electoral más importante del PRI en 1997, y el cambio de referentes políticos a raíz de la caída del sistema de Partido de Estado, fueron las señales más claras en el sentido de que el PRD necesitaba actuar rápido y responder adecuadamente a los grandes desafíos que esta coyuntura le imponía: refundarse políticamente, reorganizar su estructura dirigente, operativa, administrativa y electoral, y, por último, redefinir su programa político y su línea ideológica. El mayor obstáculo para lograr esos objetivos ha sido, como veremos, el mismo que ha retrasado durante más de una década la cabal institucionalización del PRD: sus élites dirigentes.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 404331 |
Al abrirse un nuevo periodo con la coyuntura electoral del 2 de julio de 2000, los partidos políticos nacionales, especialmente los tres más importantes, quedaron colocados en diferentes circunstancias y condiciones respecto a su pasado inmediato, y el PRD no fue la excepción. Una importante caída en sus niveles de votación que lo regresaba a un lejano tercer lugar, luego de haber sido el opositor electoral más importante del PRI en 1997, y el cambio de referentes políticos a raíz de la caída del sistema de Partido de Estado, fueron las señales más claras en el sentido de que el PRD necesitaba actuar rápido y responder adecuadamente a los grandes desafíos que esta coyuntura le imponía: refundarse políticamente, reorganizar su estructura dirigente, operativa, administrativa y electoral, y, por último, redefinir su programa político y su línea ideológica. El mayor obstáculo para lograr esos objetivos ha sido, como veremos, el mismo que ha retrasado durante más de una década la cabal institucionalización del PRD: sus élites dirigentes.
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