Las nuevas reglas para juzgar al indígena. El Caso Jorge Santiago Santiago

Perdedores de la guerra de Conquista, los indígenas han sufrido desde hace cinco siglos la suerte de los vencidos: la miseria y opresión. El mapa de la pobreza permite advertir en la actualidad que los lugares más pobres del país son las zonas indígenas. Los estados con mayor presencia indígena son los estados más pobres del país. Los indígenas participaron en las luchas de Independencia, en la Reforma y en la Revolución pero su participación en los movimientos sociales no mejoró su situación. La Constitución de 1917 ni siquiera los mencionaba. Desde mediados del siglo Dieciocho sufrieron la política de homogenización reforzada en los años veinte del siglo Veinte por José Vasconcelos desde la Secretaría de Educación Pública. Esta política asimilacionista tuvo como finalidad promover la supresión de las lenguas indígenas y blanquear el país. A los indígenas poco a poco se les fue arrancando la lengua y esta tarea fue encomendada a los propios maestros bilingües: nuestro problema indígena, decía Lázaro Cárdenas, no está en conservar indio al indio, ni en indigenizar a México sino en mexicanizar al indio. En la época posrevolucionaria los indígenas, descendientes de los constructores de Monte Albán, Palenque y Chichen Itzá, constituyen como lo refiere Cipriano Flores, páginas ilustradas de los libros de historia. Aun cuando nuestra bandera presenta el mito fundacional de Tenochtitlán: el águila sobre el corazón de Copil devorando la serpiente, el indio vivo siempre fue visto como un problema, como algo que había que resolver. Alejado de los centros de poder, el indio disperso en comunidades dispersas, zonas de refugio las llamó Aguirre Beltrán, permaneció olvidado y ajeno al desarrollo del país.