Las consecuencias de la ilegitimidad
Summary: La democracia en el México moderno ha sido tan incipiente como inestable. El primer momento en que pudo haberse logrado, se hundió con la usurpación de Victoriano Huerta, la Revolución Mexicana y el establecimiento de una dictadura de partido. El segundo está por hundirse con el sospechoso ascenso de Felipe Calderón a la Presidencia y la absurda guerra que desató contra el crimen… Aunque uno y otro momentos tienen características diferentes, el primero fue burdo golpe de Estado que concluyó en la guerra y el establecimiento del poder del grupo de Sonora sobre los cadáveres de sus enemigos; el segundo, cuyas consecuencias aún no vemos, se fincó en un juego mediático y de manipulación de votos, que derivó en una guerra contra el crimen, en la ingobernabilidad y en un conjunto de facciones políticas, llamadas partidos, que se disputan no el gobierno, sino el poder para administrar esa misma ingobernabilidad, ambos muestran que la crisis de nuestra democracia tiene que ver con la ilegitimidad.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 386855 |
La democracia en el México moderno ha sido tan incipiente como inestable. El primer momento en que pudo haberse logrado, se hundió con la usurpación de Victoriano Huerta, la Revolución Mexicana y el establecimiento de una dictadura de partido. El segundo está por hundirse con el sospechoso ascenso de Felipe Calderón a la Presidencia y la absurda guerra que desató contra el crimen… Aunque uno y otro momentos tienen características diferentes, el primero fue burdo golpe de Estado que concluyó en la guerra y el establecimiento del poder del grupo de Sonora sobre los cadáveres de sus enemigos; el segundo, cuyas consecuencias aún no vemos, se fincó en un juego mediático y de manipulación de votos, que derivó en una guerra contra el crimen, en la ingobernabilidad y en un conjunto de facciones políticas, llamadas partidos, que se disputan no el gobierno, sino el poder para administrar esa misma ingobernabilidad, ambos muestran que la crisis de nuestra democracia tiene que ver con la ilegitimidad.
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