La gobernabilidad en el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006
Summary: Gobernabilidad es una expresión más asociada a la politología estadounidense que a la tradición europea. La gobernabilidad está relacionada con la legitimidad. Ésta, por otro lado y desde hace varias décadas, sobre todo después del fenómeno del nacionalsocialismo en Alemania, no se confunde más, como lo hicieran Carl Schmitt y otros, con legalidad… Un gobierno o un acto pueden ser legales pero no necesariamente legítimos; es decir, la legitimidad no sólo se obtiene de los votos, sino de los consensos que un gobierno logra tanto de la mayoría de la población como de las organizaciones opositoras. El poder se legitima, por lo tanto, no sólo por la legalidad en su formación sino por los apoyos que recibe por su política social y económica o por su capacidad para cumplir con las reglas de juego de una democracia formal, libertades, por ejemplo, y, a la vez, por convencimiento de que lo que se está haciendo a nombre del pueblo, aunque a veces sea contrario a éste, realmente se esté haciendo y los resultados estén a la vista, tales como empleo, educación, salud, vivienda, etcétera, pese a que pueda tratarse de medidas insuficientes y lentas en su implantación. La legitimidad de estos actos facilita la gobernabilidad, pero hoy se exige, además, que ésta sea democrática.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 371481 |
Gobernabilidad es una expresión más asociada a la politología estadounidense que a la tradición europea. La gobernabilidad está relacionada con la legitimidad. Ésta, por otro lado y desde hace varias décadas, sobre todo después del fenómeno del nacionalsocialismo en Alemania, no se confunde más, como lo hicieran Carl Schmitt y otros, con legalidad… Un gobierno o un acto pueden ser legales pero no necesariamente legítimos; es decir, la legitimidad no sólo se obtiene de los votos, sino de los consensos que un gobierno logra tanto de la mayoría de la población como de las organizaciones opositoras. El poder se legitima, por lo tanto, no sólo por la legalidad en su formación sino por los apoyos que recibe por su política social y económica o por su capacidad para cumplir con las reglas de juego de una democracia formal, libertades, por ejemplo, y, a la vez, por convencimiento de que lo que se está haciendo a nombre del pueblo, aunque a veces sea contrario a éste, realmente se esté haciendo y los resultados estén a la vista, tales como empleo, educación, salud, vivienda, etcétera, pese a que pueda tratarse de medidas insuficientes y lentas en su implantación. La legitimidad de estos actos facilita la gobernabilidad, pero hoy se exige, además, que ésta sea democrática.
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