Desigualdad y política social

La desigualdad ha sido, es, y quizá será característica crónica de la sociedad mexicana. Los paradigmas rectores, políticos, económicos y sociales se han alterado siguiendo las vicisitudes de la historia propia y de las influencias, a veces avasalladoras, de las normas de convivencia o sujeción a los sucesivos órdenes económicos internacionales… El porfirismo y el patrón oro, determinaron un largo proceso de aguda concentración de las rentas y desigualdad social. Hay, sin embargo, periodos en que la distribución mejora y, otros, en que el péndulo se mueve en sentido contrario. Después de la Revolución, del reparto de tierras y del ascenso político de las organizaciones obreras y campesinas, poco a poco mejoraron la participación de los trabajadores en la distribución económica. El auge de la posguerra incorpora y aleja de la pobreza a grupos numerosos de la población hasta bien entrados los años setenta. En el decenio de los ochenta, el péndulo distributivo invierte claramente su camino. El orden internacional de la globalización, las reglas del Consenso de Washington y nuestra incapacidad de adaptarnos al mundo sin fronteras, relegan al ostracismo las preocupaciones sociales de Estado. Ahí se rompe la tradición progresista que se había mantenido con vida, si se quiere precaria, desde varias décadas atrás.