Filibrusteros
Summary: ... Cuando los escandalizados progenitores intentan regañarlo, él les echa en cara que, si su papá compra películas pirata, él por qué no va a echar mano de un método igualmente ilegal para pasar de año. Mientras el pequeño cínico se levanta de la mesa, dejando boquiabiertos y avergonzados a sus padres, una voz engolada le pregunta a los espectadores del cine donde se proyecta este spot: ¿Qué le estás enseñando a tus hijos?. En la obscuridad de la sala, una voz anónima responde: ¡Pues a ahorrar, cabrones!... La anterior es sólo una de las múltiples vertientes de una intensa campaña contra la piratería patrocinada por los grandes consorcios internacionales de producción y explotación de obras musicales y audiovisuales, que también se refleja en declaraciones de funcionarios, artículos periodísticos, comentarios al aire de los principales conductores de radio y televisión, etc. Esta vasta estrategia publicitaria, que pretende crear conciencia en el consumidor sobre las nocivas consecuencias de comprar productos pirata, ha logrado que, al menos en ciertos estratos ilustrados de la sociedad, sea cada vez más la gente que repite, dándolos por buenos, los argumentos en contra de la piratería. Yo nunca he comprado una película pirata, es un alarde que he oído con cierta frecuencia últimamente, como si la validez del comentario fuera evidente por sí misma y no necesitara de ninguna fundamentación. Pero, más allá de que la prohiban las leyes, ¿realmente hay argumentos de peso contra la piratería?Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 358303 |
... Cuando los escandalizados progenitores intentan regañarlo, él les echa en cara que, si su papá compra películas pirata, él por qué no va a echar mano de un método igualmente ilegal para pasar de año. Mientras el pequeño cínico se levanta de la mesa, dejando boquiabiertos y avergonzados a sus padres, una voz engolada le pregunta a los espectadores del cine donde se proyecta este spot: ¿Qué le estás enseñando a tus hijos?. En la obscuridad de la sala, una voz anónima responde: ¡Pues a ahorrar, cabrones!... La anterior es sólo una de las múltiples vertientes de una intensa campaña contra la piratería patrocinada por los grandes consorcios internacionales de producción y explotación de obras musicales y audiovisuales, que también se refleja en declaraciones de funcionarios, artículos periodísticos, comentarios al aire de los principales conductores de radio y televisión, etc. Esta vasta estrategia publicitaria, que pretende crear conciencia en el consumidor sobre las nocivas consecuencias de comprar productos pirata, ha logrado que, al menos en ciertos estratos ilustrados de la sociedad, sea cada vez más la gente que repite, dándolos por buenos, los argumentos en contra de la piratería. Yo nunca he comprado una película pirata, es un alarde que he oído con cierta frecuencia últimamente, como si la validez del comentario fuera evidente por sí misma y no necesitara de ninguna fundamentación. Pero, más allá de que la prohiban las leyes, ¿realmente hay argumentos de peso contra la piratería?
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