Pasta de Conchos entre la impunidad y la esperanza
In: DFensor : órgano oficial de difusión de la Comisión de Derechos Humanos del D. F 6, 12 (dic. 2008), 18-21Summary: La mañana del 19 de febrero de 2006, recibimos una llamada de trabajadores mineros, para decirnos que `algo había pasado en la mina de Pasta de Conchos': Nos pedían que fuéramos porque sabían que el lugar estaba "en muy malas condiciones': De esos primeros días, me acompañan muchas imágenes, sólo mencionaré una significativa. Cuando llegué a la mina, encontré a un hombre mayor llorando, sentado en el suelo de tierra y polvo de carbón. Me senté en silencio junto a él. Un rato después, cuando su llanto me lo permitió, le pregunté si se le había quedado un hijo. Respondió que no. ¿Un hermano? No, se quedó Antonio. Pregunté quién era Antonio. El hombre me volteó a ver con el ceño fruncido, ¿no conoce a Antonio? Respondí que no, que era de fuera y acababa de llegar. Entonces dijo, Antonio es uno de los mejores rescatistas de la región y me salvó la vida hace años, y ahora yo no puedo aceptar que lo dejen adentro. Días después conocí a la familia de Antonio, y efectivamente, Antonio hizo que la empresa ganara premios y reconocimientos por su trabajo como rescatista.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 350671 |
La mañana del 19 de febrero de 2006, recibimos una llamada de trabajadores mineros, para decirnos que `algo había pasado en la mina de Pasta de Conchos': Nos pedían que fuéramos porque sabían que el lugar estaba "en muy malas condiciones': De esos primeros días, me acompañan muchas imágenes, sólo mencionaré una significativa. Cuando llegué a la mina, encontré a un hombre mayor llorando, sentado en el suelo de tierra y polvo de carbón. Me senté en silencio junto a él. Un rato después, cuando su llanto me lo permitió, le pregunté si se le había quedado un hijo. Respondió que no. ¿Un hermano? No, se quedó Antonio. Pregunté quién era Antonio. El hombre me volteó a ver con el ceño fruncido, ¿no conoce a Antonio? Respondí que no, que era de fuera y acababa de llegar. Entonces dijo, Antonio es uno de los mejores rescatistas de la región y me salvó la vida hace años, y ahora yo no puedo aceptar que lo dejen adentro. Días después conocí a la familia de Antonio, y efectivamente, Antonio hizo que la empresa ganara premios y reconocimientos por su trabajo como rescatista.
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