Espacio, olor y salubridad en Toluca al final del siglo XVIII
In: Historia mexicana 52, 1 (jul-sep. 2002), 163-199Summary: La ciudad de Toluca a finales del siglo XVIII es un ejemplo del cambio en la percepción olfativa como parte del proceso civilizatorio. A través de documentos notariales, se ejemplifican las medidas institucionales para urbanizar una ciudad; y si bien es importante considerar el papel de las iniciativas de Estado y los argumentos científicos como generadores de ese cambio, el caso de Manuel Lechuga y Diego de Ortiz muestra dos aspectos característicos de la respuesta social ante las reformas sanitarias del siglo XVIII. El primero, se refiere a aspectos legales, a la tradición del "buen gobierno", considerado como aquel que dicta sus leyes para el bien común; de allí la frase con la cual Ortiz argumentó la injusticia que se cometía con sus zahúrdas, pues lo que las mejores leyes del reino eran aquellas que se hacían escuchando a los procuradores de las ciudades, hombres que conocían la realidad cotidiana, "pues no pueden adivinar los que mandan la situación particular e individuales circunstancias de cada país y cada comercio". El segundo, al cambio de costumbres y percepciones, a la lentitud con que fueron incorporándose en la vida cotidiana las disposiciones que sobre higiene y urbanidad se reglamentaron con mayor fuerza gubernamental a partir del periodo de las reformas borbónicas.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 345374 |
La ciudad de Toluca a finales del siglo XVIII es un ejemplo del cambio en la percepción olfativa como parte del proceso civilizatorio. A través de documentos notariales, se ejemplifican las medidas institucionales para urbanizar una ciudad; y si bien es importante considerar el papel de las iniciativas de Estado y los argumentos científicos como generadores de ese cambio, el caso de Manuel Lechuga y Diego de Ortiz muestra dos aspectos característicos de la respuesta social ante las reformas sanitarias del siglo XVIII. El primero, se refiere a aspectos legales, a la tradición del "buen gobierno", considerado como aquel que dicta sus leyes para el bien común; de allí la frase con la cual Ortiz argumentó la injusticia que se cometía con sus zahúrdas, pues lo que las mejores leyes del reino eran aquellas que se hacían escuchando a los procuradores de las ciudades, hombres que conocían la realidad cotidiana, "pues no pueden adivinar los que mandan la situación particular e individuales circunstancias de cada país y cada comercio". El segundo, al cambio de costumbres y percepciones, a la lentitud con que fueron incorporándose en la vida cotidiana las disposiciones que sobre higiene y urbanidad se reglamentaron con mayor fuerza gubernamental a partir del periodo de las reformas borbónicas.
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