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El paciente desobediente

By: Summary: La práctica de la medicina emerge de siglos de tradición paternalista, que se remonta hasta a Hipócrates, y en la que es el médico el único que toma las decisiones, por supuesto, en bien del paciente, en su nombre y buscando su beneficio. Esta forma de práctica puede ejercerse de manera autoritaria o afable, pero en ambos casos el médico ordena y el paciente obedece, y hay que reconocer que a muchos pacientes les agrada esta forma de relación con su médico, porque depositan en él su confianza y no tienen que asumir ellos la responsabilidad de una elección equivocada. El sustento se encuentra en la idea de que el paciente no es capaz de tomar sus propias decisiones, ya sea por su ignorancia de los temas de la medicina, por las limitaciones emocionales que le impone su enfermedad o porque tiene deficiencias cognitivas, ya sean parte de su padecimiento o independientes de él. Igual que un padre toma decisiones en nombre de su hijo pequeño, el médico las ha tomado por siglos en nombre de sus enfermos. Esta particular visión se ha expresado con la frase, todo por el paciente, pero sin el paciente. En los últimos tiempos, sin embargo, los enfermos han hecho conciencia de sus derechos, de su capacidad de autodeterminación y de su prerrogativa para tomar sus propias decisiones aunque no coincidan con la recomendación de los médicos. De hecho, la principal aportación del movimiento de la bioética a la ética clínica ha sido el reconocimiento de la autonomía de los pacientes competentes, lo que significa un viraje de ciento ochenta grados en relación con lo que había ocurrido durante siglos.
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Analítica Biblioteca Legislativa Hemeroteca Available 342803

La práctica de la medicina emerge de siglos de tradición paternalista, que se remonta hasta a Hipócrates, y en la que es el médico el único que toma las decisiones, por supuesto, en bien del paciente, en su nombre y buscando su beneficio. Esta forma de práctica puede ejercerse de manera autoritaria o afable, pero en ambos casos el médico ordena y el paciente obedece, y hay que reconocer que a muchos pacientes les agrada esta forma de relación con su médico, porque depositan en él su confianza y no tienen que asumir ellos la responsabilidad de una elección equivocada. El sustento se encuentra en la idea de que el paciente no es capaz de tomar sus propias decisiones, ya sea por su ignorancia de los temas de la medicina, por las limitaciones emocionales que le impone su enfermedad o porque tiene deficiencias cognitivas, ya sean parte de su padecimiento o independientes de él. Igual que un padre toma decisiones en nombre de su hijo pequeño, el médico las ha tomado por siglos en nombre de sus enfermos. Esta particular visión se ha expresado con la frase, todo por el paciente, pero sin el paciente. En los últimos tiempos, sin embargo, los enfermos han hecho conciencia de sus derechos, de su capacidad de autodeterminación y de su prerrogativa para tomar sus propias decisiones aunque no coincidan con la recomendación de los médicos. De hecho, la principal aportación del movimiento de la bioética a la ética clínica ha sido el reconocimiento de la autonomía de los pacientes competentes, lo que significa un viraje de ciento ochenta grados en relación con lo que había ocurrido durante siglos.

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