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Ausencia de Dios

By: Summary: Niña de ojos azabache, tu realidad no es la misma que la mía. En tu infancia las verdades cayeron fuera de los esquemas naturales... maternidad para ti no es amor, maternidad para ti no es un milagro. En tu vocabulario no hay palabras dulces para disfrazar el dolor. Sentadas frente a frente nos sobra la perfección de este paisaje, el cielo tan azul y el mar cancunense que va y viene como si tal fuese la vida y ese colorido arbusto de buganvilia, me parecen un insulto a la puerta de tu tristeza... Me dices que la mujer que te tuvo floreciendo en su vientre, mil veces en silencio se negó a darte amor, y el hombre que sembró la semilla en tu madre trajo la oscuridad a tu mirada, invadiendo tu cuerpo de miedo, de miseria, de semen prohibido. Dices que ya tus ojos profundos y vacíos olvidaron el llanto (me estorba la pureza de la palabra para, escribirte un verso reconfortante, lo intento una y otra vez, pero no hay verbo que pueda conjugar, ni adverbio que cambie la noción de la oscuridad que haz conocido; para detener estas lágrimas que se desatan entre tú y yo, entre yo y tus penas, y quienes niegan tu existencia no hay nada.
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Analítica Biblioteca Legislativa Hemeroteca Available 341890

Niña de ojos azabache, tu realidad no es la misma que la mía. En tu infancia las verdades cayeron fuera de los esquemas naturales... maternidad para ti no es amor, maternidad para ti no es un milagro. En tu vocabulario no hay palabras dulces para disfrazar el dolor. Sentadas frente a frente nos sobra la perfección de este paisaje, el cielo tan azul y el mar cancunense que va y viene como si tal fuese la vida y ese colorido arbusto de buganvilia, me parecen un insulto a la puerta de tu tristeza... Me dices que la mujer que te tuvo floreciendo en su vientre, mil veces en silencio se negó a darte amor, y el hombre que sembró la semilla en tu madre trajo la oscuridad a tu mirada, invadiendo tu cuerpo de miedo, de miseria, de semen prohibido. Dices que ya tus ojos profundos y vacíos olvidaron el llanto (me estorba la pureza de la palabra para, escribirte un verso reconfortante, lo intento una y otra vez, pero no hay verbo que pueda conjugar, ni adverbio que cambie la noción de la oscuridad que haz conocido; para detener estas lágrimas que se desatan entre tú y yo, entre yo y tus penas, y quienes niegan tu existencia no hay nada.

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