La peligrosa aceleración del cambio climático

Este invierno las cucarachas en Nueva York están, literalmente, haciendo su agosto. Con temperaturas de más de veintitrés grados centígrados y el primer diciembre sin nieve en más de un siglo, no sufrieron su cíclica mortandad invernal y se reproducen con alegría, como nunca, a niveles de repugnante plaga. Recientes estudios británicos y estadounidenses señalan que 2007 bien podría resultar el año más caluroso, desde que hay registro de temperatura. Pero ya nadie se extraña, pues la última década ha traído igualmente los ocho años más calurosos de que se tenga memoria. Los osos polares acaban de ingresar en la temida lista de especies en, peligro de extinción, porque su hábitat, el hielo polar, está seriamente amenazado al derretirse velozmente. En menos de un año, las predicciones del espectacular documental de Al Gore, Una verdad inconveniente, se han visto ampliamente confirmadas, si no es que rebasadas. Prácticamente no pasa semana sin que nos enteremos de una nueva y calamitosa evidencia del cambio climático.