¿La hora de los ultras?
Summary: Los ultras incomodan. Los de todos los colores, tendencias y necedades. Madrid ya no tiene a Franco ni en estatua. La efigie del dictador español fue movida recientemente de la plaza de San Juan de la Cruz, donde se le pretendía inmortalizar montado a caballo. El caudillo -como le llamaban sus seguidores- recordaba el tiempo en que se mandaba en España, dispuesto a responder de sus actos de gobierno sólo ante el juicio de Dios. Los extremos, por su naturaleza esencial excluyente, amenazan a la democracia, impiden el diálogo y sabotean el quehacer político; por tanto, los caprichos radicales impiden el diálogo y sabotean el quehacer político.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | C.E. para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género | Hemeroteca | Available | 308250 |
Los ultras incomodan. Los de todos los colores, tendencias y necedades. Madrid ya no tiene a Franco ni en estatua. La efigie del dictador español fue movida recientemente de la plaza de San Juan de la Cruz, donde se le pretendía inmortalizar montado a caballo. El caudillo -como le llamaban sus seguidores- recordaba el tiempo en que se mandaba en España, dispuesto a responder de sus actos de gobierno sólo ante el juicio de Dios. Los extremos, por su naturaleza esencial excluyente, amenazan a la democracia, impiden el diálogo y sabotean el quehacer político; por tanto, los caprichos radicales impiden el diálogo y sabotean el quehacer político.
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