De la ilusión al vituperio / Jorge Carrasco Araizaga

En su último informe de gobierno -el próximo viernes uno de septiembre, en un Palacio Legislativo blindado- el presidente Vicente Fox deberá afrontar sus propias inconsecuencias, cuya carga llevarán el PAN y su candidato, si finalmente el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación decide considerar válidas las controvertidas elecciones del 2 de julio pasado y ratificar la dudosa mayoría de Felipe Calderón. El uno de diciembre de 2000, en un alarde retórico, Fox tituló su discurso de toma de posesión La revolución de la esperanza. La revolución sólo existió en su magra imaginación y la única esperanza que cumplió fue la de aquellos consentidos del priismo que lo financiaron para conservar sus privilegios. A lo largo de seis años convirtió en chiste la investidura presidencial, alentó las ambiciones de su mujer, desdeño al Poder Legilativo, sometió al Poder Judicical, perdonó la corrupción del pasado y solapó la presente, incluida la de su propia familia. Lo que vive hoy el país, encono, furia en las calles, descomposición social, enredo poselectoral en Chiapas, violencia callejera en Oaxaca, división y odio, es, lo admitan o no, el saldo del primer gobierno federal panista. Es la herencia de su primer presidente de la República, cuyas palabras resonarían, si tuviese memoria, en su propios oídos: "No hay cuerpo policiaco capaz de contener hambre y desempleo...".