El derrumbe del PRI / Carlos Tello Díaz
Publication details: México, D.F. 12 de marzo 2006 In: Proceso 29, 1532 (mar. 2006), 73Summary: Lo feo de este aniversario es que vamos mucho más heridos que en el 2000, dijo Dulce María Sauri. Llegamos con una amenaza latente de ruptura y desmoronamiento, alertó Diódoro Carrasco. Sí, vamos a celebrar el aniversario en un marco de alta competencia electoral, fue el eufemismo de Roberto Madrazo. Con estas frases, los dirigentes del PRI anunciaron el Setenta y siete aniversario de su partido, celebrado en la ciudad de Toluca. El acto era también una sesión del Consejo Político Nacional para ratificar a Mariano Palacios y Rosario Green en la dirigencia del PRI. Pero más que fiesta parecía funeral. Estaban presentes sólo cinco de los diecisiete gobernadores del partido y apenas un puñado de sus dirigentes sindicales, sentados entre las sillas vacías de la Plaza Cívica. No era para menos. Su candidato estaba al fondo de las encuestas, que lo situaban en el tercer lugar, con veintinueve por ciento de las intenciones de voto, casi diez puntos abajo de López Obrador. Y llegaba a la celebración luego de un largo rosario de escándalos: amenazas de ruptura, Elba Esther Gordillo, acusaciones de enriquecimiento ilícito, Arturo Montiel, denuncias de abuso de poder, Mario Marín, y defecciones entre sus aliados, Bernardo de la Garza. Madrazo tenía, para colmo, el nivel más alto de rechazo entre los candidatos: treinta y nueve por ciento de los mexicanos afirmaba que jamás votaría por él. No había, pues, muchas razones para celebrar.Lo feo de este aniversario es que vamos mucho más heridos que en el 2000, dijo Dulce María Sauri. Llegamos con una amenaza latente de ruptura y desmoronamiento, alertó Diódoro Carrasco. Sí, vamos a celebrar el aniversario en un marco de alta competencia electoral, fue el eufemismo de Roberto Madrazo. Con estas frases, los dirigentes del PRI anunciaron el Setenta y siete aniversario de su partido, celebrado en la ciudad de Toluca. El acto era también una sesión del Consejo Político Nacional para ratificar a Mariano Palacios y Rosario Green en la dirigencia del PRI. Pero más que fiesta parecía funeral. Estaban presentes sólo cinco de los diecisiete gobernadores del partido y apenas un puñado de sus dirigentes sindicales, sentados entre las sillas vacías de la Plaza Cívica. No era para menos. Su candidato estaba al fondo de las encuestas, que lo situaban en el tercer lugar, con veintinueve por ciento de las intenciones de voto, casi diez puntos abajo de López Obrador. Y llegaba a la celebración luego de un largo rosario de escándalos: amenazas de ruptura, Elba Esther Gordillo, acusaciones de enriquecimiento ilícito, Arturo Montiel, denuncias de abuso de poder, Mario Marín, y defecciones entre sus aliados, Bernardo de la Garza. Madrazo tenía, para colmo, el nivel más alto de rechazo entre los candidatos: treinta y nueve por ciento de los mexicanos afirmaba que jamás votaría por él. No había, pues, muchas razones para celebrar.
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