Mitos del mercado: por qué el mercado "libre" no lo es

A lo largo de los años ochenta, y a lo sumo desde la caída del comunismo, el triunfalismo occidental ha insistido en que la democracia y el mercado libre son más o menos sinónimos. La frase, democracia de mercado, se emplea con mucha frecuencia, como si la democracia fuera cuestión de cómo se organizan los negocios. Pero yo voy a argumentar, como lo hice ampliamente en Jidah versus McWorld, que los constreñimientos de los mercados sobre la democracia pueden ser peores en último término que los del tribalismo y el fundamentalismo religioso. Porque, como quiero sugerir, los vínculos del mercado son invisibles y hasta cómodos, y van acompañados de una retórica agradable sobre la elección privada y la libertad personal del consumidor. ¡Le damos libertad!, proclama un anuncio de una cadena de papas fritas del medio Oeste, porque le dejamos que elija las salsas!. Es cierto que los consumidores tienen una sensación de soberanía cuando votan sus dólares, o yenes o marcos alemanes. Pero votar una moneda privada no es lo mismo que votar una voluntad política común.