De política

¡Hay tantas cosas de las que no sé nada y de las que tanto se habla que ahora, en el ocaso de mi vida, me encuentro realmente entre abrumado y perplejo! Recuerdo que el gran lord Adrian, Nobel de medicina, y master del Trinity College de Cambridge, con quien, años ha tuve el privilegio de conversar largamente tres veces, se asombraba, era casi una obsesión para él, con tanto y tanto estudio a cuestas, de por qué vuela una mosca. Ahora yo, con la edad que lord Adrian tendría entonces, me encuentro con el revoloteo constante de, la política, por doquier. Día y noche… Busco en el diccionario la palabra, metro: La diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano terrestre que pasa por París. Claro. Busco, hombre político: El que se ocupa de los asuntos públicos. No tan claro, porque ¿cómo se miden los asuntos públicos? Desde luego no con el metro. ¿Con qué, con qué entonces? Pregunto a algunos sabios amigos de la universidad. Pregunto al jardinero, al panadero, a la recamarera. A mi humilde juicio nadie me da una clara respuesta.