La variable cultural

Cuando en el verano de 1993 Samuel Huntington expuso en una revista de asuntos internacionales que los conflictos venideros estarían vinculados con las características de las civilizaciones y no de la ideología, la economía o el Estado,nación, la respuesta del medio académico fue arrebatada y candente. La hipótesis de Huntington iba más allá de lo aceptable. Era cierto que no se podía menospreciar el alcance de la cultura, pero hacerla figurar al frente de su análisis era un atropello intelectual, un intento velado de seguir haciendo añicos tanto a la ideología como al Estado… Algunas de las críticas dieron en el blanco. Huntington había simplificado la historia del mundo proponiendo siete u ocho civilizaciones en posible conflicto' y excedió los límites conceptuales de su texto cuando sugirió que la acción estatal se vería modificada en forma notable. No obstante, al cuestionar el nivel de influencia de la ideología o las motivaciones económicas en la gestación del conflicto, recuperó un debate que sobreviviría al que buscaba encontrar el número total de civilizaciones contemporáneas: la pertinencia de la cultura.