China en el siglo veintiuno

En tan sólo una década y media, China se ha transformado para dejar de ser un gigante durmiente e introspectivo y convertirse en un dinámico motor con un enorme significado potencial para la economía mundial. Su producción se ha incrementado en una tasa promedio de casi diez por ciento, mientras que las exportaciones totales han llegado a un diecisiete por ciento anual. China tiene actualmente cerca de la quinta parte de la población mundial, y representa casi el cuatro por ciento del comercio mundial de mercancías, así como una proporción importante de la producción global, entre el tres y el diez por ciento, cifra que depende para calcularla de si se utilizan las tasas oficiales de intercambio actuales o las paridades de poder compra, y de la serie de datos de precios de las mercancías que se use para calcular el poder de compra. Estos logros resultan notables bajo cualquier punto de vista. Son el resultado de una estrategia que se inició en 1978 para emprender una liberalización económica de largo alcance, y para integrar a China a la economía mundial. A consecuencia del éxito de los experimentos con las reformas de mercado, en especial en el sector agrícola-, de una mayor exposición de la economía a la inversión extranjera y de un comercio más libre en zonas geográficas especiales, las puertas de China se han abierto aún más.