La sensación de un peligro invisible

Después de tantas y tantas horas de mirar los programas noticiosos, leer los diarios y escuchar a los comentaristas radiofónicos, podemos llamarlo perogrullo: los conflictos son y serán el elemento permanente de nuestras vidas. Caminamos con ellos. Siempre lo hemos hecho. Una y otra vez vienen a nuestra mente las grandes hazañas históricas: el sentido social de una lucha por, tierra y libertad, en Morelos, un grupo de hombres irritados vaciando el té inglés en el puerto de Boston como preludio independentista, el comodoro Perry llamando a la puerta comercial del Japón con sus cañones de acero, la derrota de la, magnífica, flota española frente a la Florida. La maravilla histórica se extiende hasta el rango de las revoluciones, transformaciones radicales propuestas para cambiar el mundo y la forma en que lo mirábamos antes de que éstas aparecieran. La revolución inglesa de 1688, la de las trece colonias, las guerras de independencia en el Diecinueve centro y sudamericano, la revolución bolchevique del diecinueve, se convirtieron en momentos virtuosos del curso histórico, en verdaderas arias en la gran ópera del mundo.