Matria
Vega-Gil Rueda, Armando, 1955-
Matria
Los que emergieron de la guerra para atarse al poder, debieron ser bravos, mentirosos, abusivos, encantadores: sobrevivientes. Una vez pregunté a mi padre por mi abuelo. Quería saber de dónde carajos venía mi historia, saber hasta dónde podían ser rastreadas mi locura y lucidez. La curiosidad anecdótica me corroía: los padres de papá y mamá habían sido soldados revolucionarios en bandos contrarios; eran enemigos mortales. Se habían batido a balazos, habían matado, traicionado y sido traicionados hasta llegar a un presente común. Ahora los dos están muertos. Yo me miro al espejo y comparo la única foto de Encarnación que sobrevivió a los años con mi cara; no, no abuelié. Tampoco me parezco al capitán Flavio. ¿En qué parte de mí está mi abuelo Chon, quien llegó a ser general zapatista?
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Los que emergieron de la guerra para atarse al poder, debieron ser bravos, mentirosos, abusivos, encantadores: sobrevivientes. Una vez pregunté a mi padre por mi abuelo. Quería saber de dónde carajos venía mi historia, saber hasta dónde podían ser rastreadas mi locura y lucidez. La curiosidad anecdótica me corroía: los padres de papá y mamá habían sido soldados revolucionarios en bandos contrarios; eran enemigos mortales. Se habían batido a balazos, habían matado, traicionado y sido traicionados hasta llegar a un presente común. Ahora los dos están muertos. Yo me miro al espejo y comparo la única foto de Encarnación que sobrevivió a los años con mi cara; no, no abuelié. Tampoco me parezco al capitán Flavio. ¿En qué parte de mí está mi abuelo Chon, quien llegó a ser general zapatista?
