LXIII Legislatura: Los Pendientes
Grupo Consultor Interdisciplinario
LXIII Legislatura: Los Pendientes
No es inusual, pero no deja de ser molesto. Como antes, como casi siempre, el Congreso de la Unión dejó para mejores tiempos la discusión de temas que parecerían de urgente resolución. Ni el tan cacareado Sistema Nacional Anticorrupción termina de concretarse, ni las reformas legales para la Fiscalía General de la República están listas ni, menos aún, la Ley de Seguridad Interior vio luz verde en el periodo ordinario de sesiones que recién concluyó el pasado veintiocho de abril. Había razones para esperar poco de este segundo periodo de sesiones ordinarias, del segundo año de la Sexagésima Tercera Legislatura del Congreso. Además de las ya sabidas y sobadas, el antecedente inmediato perfilaba un periodo de sesiones más bien poco productivo y anticlimático: del enorme porcentaje de iniciativas no aprobadas, destaca el creciente volumen que va a parar a la congeladora: en la Cámara de Diputados, casi ocho de cada diez iniciativas presentadas duermen el sueño de los justos; mientras que en el Senado nueve de cada diez iniciativas fueron a parar a la congeladora, durante el primer año de la Legislatura. Un resultado muy parecido arroja el periodo recientemente concluido. El balance legislativo no es nada favorable. Enterrada la esperanza de que los asuntos de seguridad interior y rendición de cuentas, por lo menos, quedaran listos para abril del 2017, más valdría no hacerse muchas ilusiones respecto a su resolución en un eventual periodo extraordinario.
LXIII Legislatura: Los Pendientes
No es inusual, pero no deja de ser molesto. Como antes, como casi siempre, el Congreso de la Unión dejó para mejores tiempos la discusión de temas que parecerían de urgente resolución. Ni el tan cacareado Sistema Nacional Anticorrupción termina de concretarse, ni las reformas legales para la Fiscalía General de la República están listas ni, menos aún, la Ley de Seguridad Interior vio luz verde en el periodo ordinario de sesiones que recién concluyó el pasado veintiocho de abril. Había razones para esperar poco de este segundo periodo de sesiones ordinarias, del segundo año de la Sexagésima Tercera Legislatura del Congreso. Además de las ya sabidas y sobadas, el antecedente inmediato perfilaba un periodo de sesiones más bien poco productivo y anticlimático: del enorme porcentaje de iniciativas no aprobadas, destaca el creciente volumen que va a parar a la congeladora: en la Cámara de Diputados, casi ocho de cada diez iniciativas presentadas duermen el sueño de los justos; mientras que en el Senado nueve de cada diez iniciativas fueron a parar a la congeladora, durante el primer año de la Legislatura. Un resultado muy parecido arroja el periodo recientemente concluido. El balance legislativo no es nada favorable. Enterrada la esperanza de que los asuntos de seguridad interior y rendición de cuentas, por lo menos, quedaran listos para abril del 2017, más valdría no hacerse muchas ilusiones respecto a su resolución en un eventual periodo extraordinario.