SIN TITULO
Fernández Christlieb, Fátima
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Pocos escenarios tan tristes como el de un Congreso que no debate. Esto ocurre en el siglo Veintiuno mexicano. Las reservas de la oposición no se escuchan, se alza la mano en automático, ya no se ejerce el raciocinio, se vota por consigna. Ni quién se acuerde de aquellos legisladores que forjaron la nación. En julio de 2014, mientras miraba desfilar a los senadores y diputados favorables a la iniciativa presidencial en materia de telecomunicaciones y radiodifusión, pensaba en los debates entre liberales y conservadores, recordaba los argumentos para mantener o eliminar los artículos de la Constitución relativos, por ejemplo, a la religión oficial para nuestro país. Esos debates del siglo Diecinueve obligaban a reflexionar, hacían que se escucharan las razones esgrimidas por los oponentes, invitaban a la duda, cambiaban o reafirmaban el sentido del voto y el país resultaba fortalecido.
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Pocos escenarios tan tristes como el de un Congreso que no debate. Esto ocurre en el siglo Veintiuno mexicano. Las reservas de la oposición no se escuchan, se alza la mano en automático, ya no se ejerce el raciocinio, se vota por consigna. Ni quién se acuerde de aquellos legisladores que forjaron la nación. En julio de 2014, mientras miraba desfilar a los senadores y diputados favorables a la iniciativa presidencial en materia de telecomunicaciones y radiodifusión, pensaba en los debates entre liberales y conservadores, recordaba los argumentos para mantener o eliminar los artículos de la Constitución relativos, por ejemplo, a la religión oficial para nuestro país. Esos debates del siglo Diecinueve obligaban a reflexionar, hacían que se escucharan las razones esgrimidas por los oponentes, invitaban a la duda, cambiaban o reafirmaban el sentido del voto y el país resultaba fortalecido.
