Una hora y cuarto de sexo oral con la veterana Cicciolina. ¿Cómo envejece una estrella porno?
Ferrini, Ernesto
Una hora y cuarto de sexo oral con la veterana Cicciolina. ¿Cómo envejece una estrella porno?
En términos simples, el hombre, al coser, tiene demasiado tiempo para pensar. Acabo de hablar con la Cicciolina y estoy exhausto, como si en vez de charlar hubiésemos pasado los últimos setenta y cinco minutos de nuestras vidas acostados en su cama, revolcándonos entre sus osos de peluche, sus sábanas de seda rosada y sus guantes blancos de encaje. Pero Ilona Staller, la legendaria Cíccíolina, ni siquiera me ha permitido verla. La ex porn star y ex diputada del Parlamento de Italia me dijo que estaba tan atareada que sólo podía hablarme por teléfono. ¿Qué ajetreos la tenían tan ocupada como para no recibirme en su casa de Roma, aunque sí para una charla de una hora y cuarto por larga distancia? Quizá no quería que la viera. Tal vez deseaba que sólo me quedase con su voz para mantener así esa imagen de rubia sexy,sin,edad de sus fotografías. Ahora que he colgado el teléfono, estoy tumbado en un sofá de mi apartamento en Milán. Abrumado pero complacido. Conversar con ella ha sido tortuoso. Conseguir que suelte una revelación de su vida íntima es casi imposible. Más fácil es adivinarla oyendo una misa del papa por televisión.
Una hora y cuarto de sexo oral con la veterana Cicciolina. ¿Cómo envejece una estrella porno?
En términos simples, el hombre, al coser, tiene demasiado tiempo para pensar. Acabo de hablar con la Cicciolina y estoy exhausto, como si en vez de charlar hubiésemos pasado los últimos setenta y cinco minutos de nuestras vidas acostados en su cama, revolcándonos entre sus osos de peluche, sus sábanas de seda rosada y sus guantes blancos de encaje. Pero Ilona Staller, la legendaria Cíccíolina, ni siquiera me ha permitido verla. La ex porn star y ex diputada del Parlamento de Italia me dijo que estaba tan atareada que sólo podía hablarme por teléfono. ¿Qué ajetreos la tenían tan ocupada como para no recibirme en su casa de Roma, aunque sí para una charla de una hora y cuarto por larga distancia? Quizá no quería que la viera. Tal vez deseaba que sólo me quedase con su voz para mantener así esa imagen de rubia sexy,sin,edad de sus fotografías. Ahora que he colgado el teléfono, estoy tumbado en un sofá de mi apartamento en Milán. Abrumado pero complacido. Conversar con ella ha sido tortuoso. Conseguir que suelte una revelación de su vida íntima es casi imposible. Más fácil es adivinarla oyendo una misa del papa por televisión.