En el xv aniversario de La Cebra
Bustamante Bermúdez, Gerardo
En el xv aniversario de La Cebra
Hace quince años nació La Cebra, compañía que inauguró el concepto de, danza gay, dirigida por el bailarín y coreógrafo José Rivera Moya. El año de 1996 era todavía una época en la que la estigmatización de los homosexuales y el sida iban de la mano, de ahí que el surgimiento de esta compañía de danza constituya un alegato a favor de la comprensión del otro Rivera Moya eligió la danza como medio para hacer visible lo que aparentemente no lo es frente a la sociedad y la escena política. Antes de la comercialización y politización de lo gay, el discípulo de Raúl Flores Canelo ingresó a los foros teatrales, recorrió varios estados de la República, participó en festivales internacionales y tuvo temporadas en la Ciudad de México. El bailarín sigue haciendo su trabajo, dirige, baila, repone coreografías o compone coreodramas. El discurso corporal de La Cebra pugna por la dignificación del sujeto homosexual, su vida, sus deseos, pasiones y cotidianidades, que pueden ser las de cualquier individuo, sólo que en este caso la disidencia sexogenérica inevitablemente está inmersa en un contexto homofóbico, machista y patriarcal y es ahí donde la danza de La Cebra pone el acento para hacer visible a lo diferente.
En el xv aniversario de La Cebra
Hace quince años nació La Cebra, compañía que inauguró el concepto de, danza gay, dirigida por el bailarín y coreógrafo José Rivera Moya. El año de 1996 era todavía una época en la que la estigmatización de los homosexuales y el sida iban de la mano, de ahí que el surgimiento de esta compañía de danza constituya un alegato a favor de la comprensión del otro Rivera Moya eligió la danza como medio para hacer visible lo que aparentemente no lo es frente a la sociedad y la escena política. Antes de la comercialización y politización de lo gay, el discípulo de Raúl Flores Canelo ingresó a los foros teatrales, recorrió varios estados de la República, participó en festivales internacionales y tuvo temporadas en la Ciudad de México. El bailarín sigue haciendo su trabajo, dirige, baila, repone coreografías o compone coreodramas. El discurso corporal de La Cebra pugna por la dignificación del sujeto homosexual, su vida, sus deseos, pasiones y cotidianidades, que pueden ser las de cualquier individuo, sólo que en este caso la disidencia sexogenérica inevitablemente está inmersa en un contexto homofóbico, machista y patriarcal y es ahí donde la danza de La Cebra pone el acento para hacer visible a lo diferente.