Una democracia con sabor amargo
Una democracia con sabor amargo
Son las primeras horas del martes tres de julio y el país estpa en el limbo. Nadie puede decir con certeza hacia dónde se dirigirá. El consejero presidente del IFE ha salido a decirnos a los mexicanos que no hay presidente electo y que no habrá en varios días…Es un escenario amargo. Con lleva riesgos, incertidumbre. Uno hubiera esperado que las autoridades electorales dieran certeza, pero no la tienen o no quisieron dárnosla…Las preguntas van de un lado a otro: ¿se calló el sistema, elección de Estado, gano Felipe Calderón, ganó López Obrador, perdió la democracia, cuál conteo vale más, que legitimidad tendrá el prósximo presidente, estamos ante otro 1988, quién reconciliará a este México dividido, aguantará el país lo que viene, qué paso?...Lo que sigue es incierto, pero no es demasiado aventurado prever una batalla cuerpo a cuerpo, acta a acta, voto por voto…Lo único concreto es que no hay presidente electo. Se acercan las horas vacías. Ojalá no devoren lo que nos resta de tranuilidad. En la boca queda un sabor amargo…
Son las primeras horas del martes tres de julio y el país estpa en el limbo. Nadie puede decir con certeza hacia dónde se dirigirá. El consejero presidente del IFE ha salido a decirnos a los mexicanos que no hay presidente electo y que no habrá en varios días…Es un escenario amargo. Con lleva riesgos, incertidumbre. Uno hubiera esperado que las autoridades electorales dieran certeza, pero no la tienen o no quisieron dárnosla…Las preguntas van de un lado a otro: ¿se calló el sistema, elección de Estado, gano Felipe Calderón, ganó López Obrador, perdió la democracia, cuál conteo vale más, que legitimidad tendrá el prósximo presidente, estamos ante otro 1988, quién reconciliará a este México dividido, aguantará el país lo que viene, qué paso?...Lo que sigue es incierto, pero no es demasiado aventurado prever una batalla cuerpo a cuerpo, acta a acta, voto por voto…Lo único concreto es que no hay presidente electo. Se acercan las horas vacías. Ojalá no devoren lo que nos resta de tranuilidad. En la boca queda un sabor amargo…