El decadente
Vega-Gil Rueda, Armando, 1955-
El decadente
El cuerpo humano, el visible y el recóndito, es campo de batalla no sólo de la estética, sino de la moral. El Poder, la Iglesia, el Estado, lucha por apropiárselo apenas se hace público. En las cicatrices y deformidades de nuestra piel, en su belleza contenida o escandalosa, en su fealdad y en los artificios que luchan por remediarla, dice el refrán: la belleza no es eterna; pero la fealdad, sí, en cada pliegue de grasas, lonjas, barriga y gulas, o en cada hoja apergaminada y reseca de cuero, bulimias y dietas, podemos leer los efectos de las ortopedias sociales que nos obligan a acatar para cohabitar en sociedad…
El decadente
El cuerpo humano, el visible y el recóndito, es campo de batalla no sólo de la estética, sino de la moral. El Poder, la Iglesia, el Estado, lucha por apropiárselo apenas se hace público. En las cicatrices y deformidades de nuestra piel, en su belleza contenida o escandalosa, en su fealdad y en los artificios que luchan por remediarla, dice el refrán: la belleza no es eterna; pero la fealdad, sí, en cada pliegue de grasas, lonjas, barriga y gulas, o en cada hoja apergaminada y reseca de cuero, bulimias y dietas, podemos leer los efectos de las ortopedias sociales que nos obligan a acatar para cohabitar en sociedad…