El aborto y la misericordia de Dios
Cruz C., Guadalupe
El aborto y la misericordia de Dios
Como mujeres católicas consideramos que una Iglesia que guarda la memoria cálida y liberadora de Jesús de Nazaret; una Iglesia que promulga el amor, la justicia, la igualdad y la misericordia como valores sociales, no puede dejar de mirar la tragedia de miles de mujeres que se enfrentan al dilema ético del aborto y a la posibilidad de morir por realizarlo en condiciones inhumanas. Nos parece que como Iglesia tenemos una responsabilidad evangélica y profética para dar una palabra de aliento, para compartir nuestras esperanzas y mostrar un rostro comprensivo y misericordioso de Dios... No podemos permanecer calladas, ni cerrar nuestros ojos y corazones ante las miles de mujeres que abortan cada año. Sabemos que la mayor parte de ellas son católicas igual que nosotras; que son hermanas nuestras que aman a Dios como nosotras; que son una entre nosotras en las peregrinaciones, en las misas, en los rosarios, en las luchas sociales. Para nosotras no son números, son personas específicas, son rostros muy concretos en los que siempre reconoceremos la presencia de Dios.
El aborto y la misericordia de Dios
Como mujeres católicas consideramos que una Iglesia que guarda la memoria cálida y liberadora de Jesús de Nazaret; una Iglesia que promulga el amor, la justicia, la igualdad y la misericordia como valores sociales, no puede dejar de mirar la tragedia de miles de mujeres que se enfrentan al dilema ético del aborto y a la posibilidad de morir por realizarlo en condiciones inhumanas. Nos parece que como Iglesia tenemos una responsabilidad evangélica y profética para dar una palabra de aliento, para compartir nuestras esperanzas y mostrar un rostro comprensivo y misericordioso de Dios... No podemos permanecer calladas, ni cerrar nuestros ojos y corazones ante las miles de mujeres que abortan cada año. Sabemos que la mayor parte de ellas son católicas igual que nosotras; que son hermanas nuestras que aman a Dios como nosotras; que son una entre nosotras en las peregrinaciones, en las misas, en los rosarios, en las luchas sociales. Para nosotras no son números, son personas específicas, son rostros muy concretos en los que siempre reconoceremos la presencia de Dios.
