¿Qué significa el calderonismo?
Hernández, Juan Luis
¿Qué significa el calderonismo?
A un año de que Felipe Calderón asumiera la titularidad del Ejecutivo federal, habrá que preguntarse si se ha construido ya el calderonismo, si existe o se vislumbran posibilidades de realización. En todo ejercicio gubernamental se ponen en juego dos factores: por un lado, el partidario, por otro, el del estilo personal del gobernante. El primer factor implica hablar del panismo, no ya como oposición sino como gobierno. Ello nos obliga a identificar los rasgos que caracterizan al Partido Acción Nacional en el gobierno federal, a preguntar qué lo diferencia del PRI, qué le hace semejante al priato... Sin embargo, el segundo factor nos empuja a analizar si dentro del panismo existen posibilidades de ejercicio gubernamental diferenciado, si más allá de que Fox y Calderón tengan perfiles políticos distintos, se pueda hablar de foxismo y, por consiguiente, de calderonismo. Si es así, el argumento nos lleva a indagar si el foxismo se ha ido con el sexenio y si es dable señalar la aparición de un posible calderonismo, acaso como necesidad política de primer orden no sólo para marcar la distancia entre un gobierno y otro, sino probablemente para imprimir una profundidad deseada en algún cambio de rumbo.
¿Qué significa el calderonismo?
A un año de que Felipe Calderón asumiera la titularidad del Ejecutivo federal, habrá que preguntarse si se ha construido ya el calderonismo, si existe o se vislumbran posibilidades de realización. En todo ejercicio gubernamental se ponen en juego dos factores: por un lado, el partidario, por otro, el del estilo personal del gobernante. El primer factor implica hablar del panismo, no ya como oposición sino como gobierno. Ello nos obliga a identificar los rasgos que caracterizan al Partido Acción Nacional en el gobierno federal, a preguntar qué lo diferencia del PRI, qué le hace semejante al priato... Sin embargo, el segundo factor nos empuja a analizar si dentro del panismo existen posibilidades de ejercicio gubernamental diferenciado, si más allá de que Fox y Calderón tengan perfiles políticos distintos, se pueda hablar de foxismo y, por consiguiente, de calderonismo. Si es así, el argumento nos lleva a indagar si el foxismo se ha ido con el sexenio y si es dable señalar la aparición de un posible calderonismo, acaso como necesidad política de primer orden no sólo para marcar la distancia entre un gobierno y otro, sino probablemente para imprimir una profundidad deseada en algún cambio de rumbo.
