Tolerancia a la insatisfacción
Berumen, Edmundo
Tolerancia a la insatisfacción
Si algo nos distingue a los mexicanos, al mexicano, medio, al vulnerable, y aún al privilegiado, es la gran tolerancia que tenemos a la insatisfacción: en el trabajo que no abandonamos; en la vida en pareja que no deshacemos; en las marcas de los productos que consumimos; en la mala atención, de ventanilla o mostrador; en la corrupción que nos rodea y en la que en ocasiones somos participes; en los delitos que padecemos u observamos pasivos; en los funcionarios electos y partidos irresponsables que no castigamos con nuestro voto; en los ministros de nuestra iglesia que no nos convencen y con los que no dialogamos pero no cambiamos de fe; en los maestros que no enseñan y en nuestros hijos que no aprenden; en los impuestos que pagamos y son desviados a gastos cuestionables sin que pidamos cuentas; en los impuestos que no pagamos sin reprochárnoslo; en las negativas y arbitrarias acciones de gobierno que soportamos callados; en las, pequeñas, y cotidianas violaciones a reglamentos y leyes que practicamos por juzgarlos inoperantes cuya modificación tampoco promovemos mediante nuestros representantes electos; en los artículos de piratería que adquirimos y cuya práctica criticamos y nos asombra verla en, primera plana, etcétera.
Tolerancia a la insatisfacción
Si algo nos distingue a los mexicanos, al mexicano, medio, al vulnerable, y aún al privilegiado, es la gran tolerancia que tenemos a la insatisfacción: en el trabajo que no abandonamos; en la vida en pareja que no deshacemos; en las marcas de los productos que consumimos; en la mala atención, de ventanilla o mostrador; en la corrupción que nos rodea y en la que en ocasiones somos participes; en los delitos que padecemos u observamos pasivos; en los funcionarios electos y partidos irresponsables que no castigamos con nuestro voto; en los ministros de nuestra iglesia que no nos convencen y con los que no dialogamos pero no cambiamos de fe; en los maestros que no enseñan y en nuestros hijos que no aprenden; en los impuestos que pagamos y son desviados a gastos cuestionables sin que pidamos cuentas; en los impuestos que no pagamos sin reprochárnoslo; en las negativas y arbitrarias acciones de gobierno que soportamos callados; en las, pequeñas, y cotidianas violaciones a reglamentos y leyes que practicamos por juzgarlos inoperantes cuya modificación tampoco promovemos mediante nuestros representantes electos; en los artículos de piratería que adquirimos y cuya práctica criticamos y nos asombra verla en, primera plana, etcétera.