El ocaso del hospital
Lifshitz, Alberto
El ocaso del hospital
El siglo veinte fue probablemente el siglo de los hospitales. Aunque éstos se crearon muchos años antes, alcanzaron su auge en el siglo que acaba de terminar. Por mucho tiempo los hospitales habían sido más sitios de muerte que lugares para recuperar la salud; a los ancianos y a los enfermos se les confinaba en ellos en espera del fin o con el propósito de aislarlos de la sociedad, tal y como ocurrió con los que sufrían trastornos mentales. Pero en el siglo veinte los hospitales se convierten en el centro de las acciones médicas; no sólo la cirugía y otros procedimientos se hacen en su interior, sino que los pacientes se hospitalizan para estudio, para reposo, para, reponerse, para, vitaminarse, para observación, para eludir las responsabilidades cotidianas. Las urgencias obligadamente se atienden en extensiones del hospital y los médicos tienen sus consultorios ahí mismo o en un edificio anexo. Si un paciente le habla a su médico porque necesita su ayuda, éste suele citarlo en el hospital. La formación profesional de los médicos y, por supuesto, la especialización médica, se realizan ahí. No se concibe la práctica médica fuera del hospital y los médicos que no están vinculados con uno son vistos con recelo.
El ocaso del hospital
El siglo veinte fue probablemente el siglo de los hospitales. Aunque éstos se crearon muchos años antes, alcanzaron su auge en el siglo que acaba de terminar. Por mucho tiempo los hospitales habían sido más sitios de muerte que lugares para recuperar la salud; a los ancianos y a los enfermos se les confinaba en ellos en espera del fin o con el propósito de aislarlos de la sociedad, tal y como ocurrió con los que sufrían trastornos mentales. Pero en el siglo veinte los hospitales se convierten en el centro de las acciones médicas; no sólo la cirugía y otros procedimientos se hacen en su interior, sino que los pacientes se hospitalizan para estudio, para reposo, para, reponerse, para, vitaminarse, para observación, para eludir las responsabilidades cotidianas. Las urgencias obligadamente se atienden en extensiones del hospital y los médicos tienen sus consultorios ahí mismo o en un edificio anexo. Si un paciente le habla a su médico porque necesita su ayuda, éste suele citarlo en el hospital. La formación profesional de los médicos y, por supuesto, la especialización médica, se realizan ahí. No se concibe la práctica médica fuera del hospital y los médicos que no están vinculados con uno son vistos con recelo.