Libertad y poder en una época de confusión
Bovero, Michelangelo
Libertad y poder en una época de confusión
Si tiene algún sentido hablar de, civilización occidental, el principio político que lo distingue es ciertamente la libertad, desde los tiempos remotos de la guerra de los antiguos griegos contra los persas. En veinticinco siglos, se han dado una infinidad de usos y abusos de este concepto complejo y controvertido. Las últimas dos décadas pueden ser consideradas como un periodo de abusos particularmente agudos. Vivimos inmersos en la retórica de la libertad. La retórica es un conjunto de técnicas discursivas, mediante las cuales un sujeto trata de persuadir a los demás para creer o, al contrario, no creer en algo; para apreciar o, al contrario, despreciar cierta realidad, situaciones, circunstancias, estados de cosas y a normar, en consecuencia, la propia manera de proceder. Tales técnicas apelan, por lo general, al sentido común y tratan de explotar el significado emotivo de las palabras. La retórica honesta se orienta a convencer, la retórica deshonesta, en cambio, trata de engañar, aunque es muy difícil trazar un límite preciso entre la persuasión y el lavado de cerebro. En tiempos triunfalistas de la retórica de la libertad, puede ser útil pedir auxilio a la filosofía analítica para vacunarnos contra los usos fraudulentos del lenguaje.
Libertad y poder en una época de confusión
Si tiene algún sentido hablar de, civilización occidental, el principio político que lo distingue es ciertamente la libertad, desde los tiempos remotos de la guerra de los antiguos griegos contra los persas. En veinticinco siglos, se han dado una infinidad de usos y abusos de este concepto complejo y controvertido. Las últimas dos décadas pueden ser consideradas como un periodo de abusos particularmente agudos. Vivimos inmersos en la retórica de la libertad. La retórica es un conjunto de técnicas discursivas, mediante las cuales un sujeto trata de persuadir a los demás para creer o, al contrario, no creer en algo; para apreciar o, al contrario, despreciar cierta realidad, situaciones, circunstancias, estados de cosas y a normar, en consecuencia, la propia manera de proceder. Tales técnicas apelan, por lo general, al sentido común y tratan de explotar el significado emotivo de las palabras. La retórica honesta se orienta a convencer, la retórica deshonesta, en cambio, trata de engañar, aunque es muy difícil trazar un límite preciso entre la persuasión y el lavado de cerebro. En tiempos triunfalistas de la retórica de la libertad, puede ser útil pedir auxilio a la filosofía analítica para vacunarnos contra los usos fraudulentos del lenguaje.